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Publicado en El Confidencial 27-11-2024

 

La biotecnológica Oncomatryx presentará en primavera los resultados de un ensayo clínico para combatir tumores sólidos metastásicos de colon, páncreas y pulmón

Estos científicos vascos se dedican a investigar tumores que no tienen cura

 

Las cifras no dejan lugar a dudas. En la población general, el cáncer es la segunda causa de muerte y, según las estimaciones de la Red Española de Registros de Cáncer (Redecan), 2024 podría concluir con 286.664 casos diagnosticados . La investigación es clave en esta lucha. Solo en España, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) aprobó en 2023 un total de 847 de estas investigaciones en personas cuyo objetivo principal es estudiar la eficacia y seguridad de terapias que permitan el desarrollo y comercialización de nuevos medicamentos para todo tipo de enfermedades.

En la carrera por encontrar una cura para el cáncer se embarcó hace más de una década Laureano Simón, CEO de Oncomatryx. La biotecnológica vasca se dedica a desarrollar medicamentos contra tumores para los que no existe cura, fundamentalmente tumores sólidos metastásicos de páncreas, colon y pulmón microcítico. Pero su fórmula tiene algo de especial. A diferencia de otros tratamientos, “no atacamos el tumor en sí, sino el microambiente que lo rodea y que es, realmente, el que le permite avanzar, invadir y metastatizar, al generar un escenario represor contra el sistema inmune”, explica Simón.

La empresa trabaja con un equipo de científicos multidisciplinar y un modelo de innovación abierta en el que ha habido hueco para bioquímicos de la Universidad de Stuttgart, asesores de renombre y colaboraciones con empresas como Multiverse Computing. Aunque tampoco han faltado manos amigas que han permitido financiar el proyecto. “Al principio había un componente de riesgo importante”, recuerda Simón, “y ahí, la entrada de Banco Santander fue fundamental. Nos financió un project finance que en el mundo de la biotecnología no es frecuente, confió en nosotros desde el principio y eso no es nada fácil”.

Esa trayectoria les ha llevado a contar en la actualidad con 75 personas participando en un ensayo clínico con su tratamiento, una investigación que se está llevando a cabo en siete hospitales españoles: el Onkologikoa (San Sebastián), el hospital 12 de Octubre (Madrid), el Instituto Catalán de Oncología, el hospital Vall d’Hebron, Virgen de la Victoria (Málaga), la clínica Anderson (Madrid) y la Clínica Universitaria de Pamplona, además del Beth Israel Hospital, de la Universidad de Harvard. El ensayo, que ha completado ya la fase I, trata de recabar datos y probar la eficacia y seguridad de estos fármacos, medicamentos de última generación que pertenecen a lo que se conoce como antibody drug conjugate (ADCs) o, en castellano, anticuerpos conjugados.

Una vez identificados los tumores que mejor responden al tratamiento y las dosis óptimas en cada caso comenzarán los análisis de eficacia en nuevos hospitales y pacientes

Se trata de fármacos formados por un anticuerpo que identifica y se dirige a las células tumorales, una molécula tóxica y un conector que las une. Estos fármacos permiten una gran especificidad que, a su vez, minimiza los efectos secundarios: “Lo que conseguimos es tener un medicamento muy potente pero que solo ataca a lo que tiene que atacar y no provoca tantos efectos secundarios o, al menos, son mucho más suaves que las quimioterapias convencionales a las que estamos acostumbrados”.

El entusiasmo que se adivina en las palabras y gestos del propio Simón, hacen difícil no dejarse llevar por la esperanza. Sin embargo, el científico, gallego de nacimiento y afincado en Euskadi desde el año 2000, reconoce que aún quedan batallas por conquistar. Cada paso, eso sí, está calculado al milímetro. Un crecimiento del tumor por encima del 20% frente a la medida inicial o anterior al tratamiento es suficiente para poner fin al ensayo en un paciente. Pero “si el paciente está respondiendo bien y el tumor está siendo atacado eficazmente vas viendo disminuciones de ese tamaño. Estamos hablando de pacientes con un pronóstico de pocos meses de vida y ahí cada día es un triunfo”.

Alcanzar una reducción del 30% es una respuesta muy positiva porque, como explica, “ese paciente no respondía a otros tratamientos”. Pese a estos resultados, los protocolos obligan a esperar y no será hasta la próxima primavera cuando se harán públicos. Ahora se abre una nueva fase en la que, una vez identificados los tumores que mejor responden al tratamiento y las dosis óptimas en cada caso comienzan los análisis de eficacia en nuevos hospitales y pacientes. En este contexto, para el CEO “es una ventaja ser una empresa pequeña, eso hace que el médico esté muy comprometido con el ensayo. Probablemente en un año ya tengamos los datos para sentarnos con las agencias reguladoras”.

Una decisión, una casualidad y una gran vocación

Hay quienes creen que el universo conspira y, más allá de la pronomia, algo de eso hay en la historia de Oncomatryx. Laureano Simón, científico y biólogo molecular en un Instituto de Investigación de Escocia nunca había sentido la llamada del emprendimiento. Lo que sí recibió, allá en 1999, fue la llamada de su suegra que, al parecer, había decidido que ya era hora de que su hija volviera a casa. En esa misma época también entró en contacto de manera casual con el sistema de emprendimiento escocés, una relación que cambió por completo su visión del universo empresarial. “Aquello me abrió las puertas a una capacidad de desarrollar proyectos a un nivel muy superior y me dije, ‘hay que montar una empresa’. Así que pensé ‘vamos a satisfacer a doña Dolores y de vuelta a Euskal Herria’”.

Desde entonces hasta hoy ha pasado casi un cuarto de siglo y ya son más de 10 los años que la biotecnológica lleva plantando batalla al cáncer: “Tenemos un foco central que es el microambiente del tumor y alrededor de este foco vamos desarrollando nuevos fármacos y nuevas tecnologías”. En la actualidad tienen dos compuestos en ensayos clínicos, además de otros 12 en distintas fases de ensayos preclínicos listos para entrar de un modo secuencial. Además disponen de otras líneas de investigación que trabajan con enfermedades raras del sistema nervioso central, como la ELA o las fibrosis.

Dar a conocer su labor es parte de su éxito, no solo para lanzar un mensaje de esperanza a los pacientes, sino también para despertar vocaciones científicas y animar la financiación. “Al margen de la parte científica, emprender en este sector tiene la recompensa de saber que L, algo grande que merece la pena. Nosotros trabajamos hoy para que nuestros pacientes se beneficien pero también para tener dentro de 25 años una nueva generación de ACDs y seguir siendo pioneros”.

 

 

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